lunes, 29 de julio de 2013

adelanto de Tracción a sangre, próximo a salir!





Ahora tengo quién me escriba.
Desesperadamente, me escriben
Soy formidable, inteligente, bella, sensible y trabajadora
me lo hacen saber,
¿cómo no me lo han avisado antes?
¿Cómo es posible que haya vivido tantos años sin saberlo?
Ahora, ya tengo quién me escriba.
No tengo quién me ofrezca un techo.
No tengo quién me garantice salud.
No tengo quién me lea;
pero me mienten.
una oficina puede ser una máquina de tortura.
Embretada:
el semblante
flota como un melón jugoso pasado de temporada,
detrás de ese escritorio standard de Docampo López adjudicado mediante licitación pública,
con un pliego cuyo valor es de 123 pesos con sellados incluidos,
tan enervante como el color del enchapado roble fake del mueble que recibe palabras,
mis comprobantes.

domingo, 21 de julio de 2013

Los amigos modernos





1.
Esta semana he tenido cerca piezas de Serón y de Mele. Del gran colorista abstracto me ha prendado una, muy singular, sofisticada, que se titula Oh! Mi laberinto, mi mansión, en la que un racimo de colores sub-tropicales, bien de este suelo, evidencia todo el andarivel costero de la humedad y el loess nativo. Yo quisiera contemplar durante milenios esta construcción que no se explica más que con toda la biblioteca eterna que es Serón. Mele, en cambio, monocroma toda, aún en su trousseau de tejidos negros y camisa blanca, con  un toque de fluorescencia en su collar de pteria sterna, me ofrece un relato plagado de signos, en el que una yacaresa courrèges se apropia del plano para eyectarse a un universo mundial. Su repertorio oscila entre estos lares y, seguramente, recorre el trópico de capricornio en su extensión y todos los meridianos que existan. Es una viajera sedentaria que ha inventado un nuevo alfabeto sígnico tierno y riguroso, en igual medida, que no detiene su escisión en la materia y luego, en la creación total, permite que exista el suceso de su amor por nuevas hendiduras.

2.
Recibo por mail la foto de un Vanzo inabordable, en el que logro ver un motivo estival, de lluvia caudalosa, de piloto levantado por el viento tormentoso de diciembre, y unas piernas torneadas descubiertas que confirman la alta temperatura, y el descanso que propicia la precipitación veraniega. Sucede un paraguas revertido, vencido  por el vendaval y un auto colorado que transitaría, posiblemente, calle Maipú antes de llegar a Rioja en el año 1961. ¡Qué locurón Vanzo en el 61!, ¿ ya habría conocido a Rosa? Sí, claro, en 1961 ya hacía como 28 años que dormían juntos. ¿Ya habría perdido el sueño por las paletas más inconmensurables del mundo? ¿Ya había pintado todo lo que quiso con un virtuosismo tal, que lo subiría y lo bajaría de la gloria de un plumazo? Pintaba déco, pintaba muralismo, pintaba el modernismo, o con línea lecorbouseriana todo, pintaba todo ¿Ya había sido el cronista loco de sucesos locales en versión enérgica pictórica?  Finisecular todo Vanzo. Vanzo y Rosa un solo corazón.
3.
Block:
bailando entre mujeres albinas en barrio Refinería.
un albaceas ajeno, profesional, me sobrevuela desde hace meses.
¿Dónde ha quedado el poeta, el pintor, el poeta, el periodista, el artista, el editor?
mi hija ya mide 2 centímetros más que yo. Le llevo 23 años y 9 kilos.
recibo novedades del campo y de la montaña, por igual. ¿ y el mar?
he aprendido que para escribir no hace falta ser sola

4.
Hemos tenido reuniones editoriales siempre en el mismo bar. Desde hace años nos juntamos en calle Tucumán al 1200, con algunas intermitencias pero, siempre volvemos a ese sitio. Son reuniones largas, de 3 o 4 horas, en las que no descansamos nunca la retórica parlanchina. Diseñamos, programamos, gritamos y nos reímos de igual modo, mientras creemos estar concibiendo libros que nos enloquecerán. De esos mitines una puede salir inflada de felicidad productiva o puede salir abatida, pero el punto es que andamos en un curso intenso, lento y celero, que configura trayectos desde hace 4 años.  Hace 4 años que nos juntamos para hablar de libros al menos una vez cada 15 días, llevamos más de 100 reuniones en las que hablamos de libros. A la reunión siempre asistimos 3, 4 o más personas y, de vez en cuando, tenemos un invitado o un colado. Aproveché que se acercaba el festejo de la amistad para regalarles a mis compañeros editores un texto de Victoria Ocampo en el que ella se despide de la revista SUR, o más bien decide despedir a la revista SUR en su número 325 julio-agosto de 1979 con un texto titulado Después de 40 años: “SUR me ha traído amistades y enemistades. Era lo normal. Me ha permitido apreciar hasta donde llega la generosidad de algunos seres de excepción…No quiero, como diría Valéry, retirarle a esta publicación, para que subsista, lo que prometí darle para que existiera.” Mientras logremos seguir juntándonos para mantener el clima de las conversaciones tendremos libros y petit comité para rato.


5.
Una sola persona me felicita por el día del amigo, lo hace por WhatsApp diciéndome:
                                             
                          Lila querida, Feliz Día del Amigo, te 
                          mando un abrazo fuerte, y de todo 
                          corazón, agradezco nuestra 
                          amistad, te quiero mucho. 21.35

a lo que respondo

                          Gracias por tus palabras. Pero no
                        identifico tu teléfono.  21.38

martes, 16 de julio de 2013

rock + vanzo + monte leña



-No he oído un puto cover en toda la noche- dije a mi compañero mientras esperaba ansiosa algún ritmo, familiar a mi discoteca anticuada, que active un leve potencial de acción en mis miembros inferiores. 
¡Kinesis ya! 
Siempre me ha costado bailar lo desconocido. No tengo capacidad demostrable para la música y todas sus vertientes expresivas. Nulidad motriz ante lo sonoro sin reminiscencia, mucha memoria visual, poca retención auditiva. Si, puedo relatar todo el salón en el que nos encontrábamos, y tejer una historia con cada uno de los 128 seres (los he numerado) que compartían el recinto esa noche en selva, pero jamás pude entender los nombres de los grupos que saltaban sobre el escenario, vociferando humor canchero y temas al público. Mucho menos saber sí el que comenzó a poner música, luego del concierto, era un dj estrella o un técnico de cables. ¡Qué se yo! Camisas a cuadros, los hombres; ha vuelto la camisa a cuadros, zapatillas de skate, todas Vans, jeans sueltos, jeans chupines, gafapastas, onda surfer en invierno, todos con un vaso de plástico en la pinza radial. Chicas con cortes carre y pelo sauvage largo, minifaldas, plataformas, medias de red, tachas, muletas, tragos, porrones. No anteojos negros. Todo se bañaba de luces púrpuras y, mientras esta gente se movía despareja, yo pensaba en las nuevas palabras que aprendí, en las pinturas, grabados, y dibujos que vi en los últimos días. ¡Cómo nos besábamos ahí mismo! ¡Qué bien! Y pensaba en el Vanzo que tengo desde la semana pasada, -en clima diurno/nocturno acentuando la paridad del plano, propia del rasgo en tinta china en donde el sol y la luna son análogos-  que cuenta de una chica con melena larga, que ingresa a escena con el mismo ímpetu que “La Libertad” en, justamente, La Liberté guidant le peuple de Delacroix, e incendia la isla de enfrente. Y me he querido quedar con esta obra que se llama Fuego en las islas (1954) xq me da la idea del autorretrato. Es la primera vez que pienso en una pieza de arte de este modo. Desde hace un tiempo largo miro las pinturas y los dibujos con gran admiración, instalada en el lugar del público, pero con este Vanzo me siento protagonista de su historia. He inventado, me he apropiado y he asistido un retrato; y ahí estoy, en la pira de la isla, cargándome un monte completo, sucesivo de aguaribayes, intentando recurrir a mi coiffeur todos los viernes para mantener controlado el desmadre inminente. Ha pasado el rock. Miro el rock. Toda contemplación es fuego. Una vez pasado el rock,  veo en silencio mi frutera, las mandarinas vergélicas maternas, y se activa la posibilidad del verso. Miro como las hordas de algarrobos y chañares se acercan a nuestra casa desde los montes achaparrados, y como las flores voraces, achiras papagayas, gritan en los lindes de nuestra vista. Así, mudas las flores, aparece un cardenilla, un relámpago salaz, un ramo de cerezas, y se arrima con pregnancia al crataegus; el crataegus se defiende mustio, triste ante las plumas hemoglobínicas del pájaro.  Entender el mundo de los rojos: contrastes simultáneos desde los rojos vividos, los verdaderos rojos colorados al rojo de los tierras, el crataegus de rojo quebrado, brotando del suelo. Al rato, alguien dice: ¡voló tierra! Y de este modo, asevera que llegan visitas con la polvareda. La trashumancia nos rodea a toda hora, más allá del recorrido que traza el carpintero real entre la punta de la varilla del cerco de 5 hilos y  nuestra ventana silenciosa en Monte Leña. Hay también en ese Vanzo silencio, silencio de fuego, silencio de invierno, aunque la pirómana esté prácticamente desnuda y acalorada. 

viernes, 12 de julio de 2013

PRIMICIA AGOSTO 2013

En un mes presentamos en el Club Editorial Río Paraná este nuevo libro. 
Va por Ivan Rosado.
Ana Wandzik y Maxi Masuelli han hecho una labor muy dedicada y generosa 
para que este proyecto traquetee rumbo a la lectura desmadrada.

Aquí un adelanto de tapa y poema para ser leído en voz alta!




Pasan caballos
Ya no escribo más xq no recuerdo qué escribir.
Estoy bañándome de amor en humedal
en la largada del mosquital
asentada en el saucedal del paranacito
todo brilla en cálidos.

Estoy viendo pasar 4 o seis caballos por la noche,
se acercan mudos, y los contamos , cuatro
siete, 
once, en progresión.

La noche reluce con nuestro asado
pasa un chancho, 
nos visitan caballos nocturnos
con pelajes que podemos distinguir:
overo
tobiano
zaino
porcelano
tordillo
gateado
lobuno.

En nuestra mañana se atropella un variopinto tropel 
con esos mismos cueros:
overo
tobiano
zaino
porcelano
tordillo
gateado
lobuno.

Cosemos  una ventana a la tropa loca
tu brazo cierra un círculo para ver ese temblor
que sentimos en la panza. 
Son once bichos enormes 
que no levantan polvareda
que tragamos y mordemos:
overo
tobiano
zaino
porcelano
tordillo
gateado
lobuno.

Antes yo me bañaba en este río, ahora me lo tomo.
Y nosotros flotamos  con el oro
para mirarnos el cristalino, 
besarnos el gonión
en la curva del paranacito.
Sigo nadando frente a la luz
rumiando nuestro limo destellante entre los dientes.