martes, 27 de mayo de 2014

Schiavoni y la Duquesa de Alba



No se ve, o lo que se calla.
Lo que el lector sostiene entre sus manos no es el texto que he prometido a mis editores, sino más bien la historia de una renuncia. Han pasado los días densos del sopor de enero, las humedades de febrero y ahora  las jornadas, de frescura despejada en la palabra, reanudan la faena. Estos meses he detectado que mi biblioteca se derrama sobre la mesa de trabajo generando un barullo atroz que no domestico. Mi indolencia, ante el derrape, se evidencia en atalayas de libros que aúllan. Desidia e inoperancia propias del clima. Presión. Desmantelar una escena por agotamiento y perpetuarse en el cansancio de la inacción. Campo liso y yermo. Desde allí, lanzarse al abismo. He tenido, durante el calor, la impresión extraña que todo a mi alrededor se detenía, en esa latencia inquieta que anuncia las tormentas más formidables ¿Editar los cúmulos acinéticos? Y, gracias a una dinámica un tanto más eficiente y moderna que la mía, llega a mis manos el Círculo de fuego de Gola por el desguace habitual que mi padre ejerce sobre su escritorio; así un poema se vuelve bálsamo:

Demoré tanto tiempo
para encontrar la palabra
y cuando llega
ya no me sirve

Gasté tantos días
para alcanzar la torre
y ahora
en esta mañana de mayo
tiemblo de frío

Creí que la paciencia
derrotaría al recuerdo
y está más vivo
porque el olvido no existe

¿Habré de abandonarme
como cuando vivía
sentado en una piedra
tirado sobre el pasto
envuelto en el movimiento
vacío
de las nubes?

Veo a Martín Prieto caminar por calle Maipú, en el centro del universo joyero, cruzado por una centella suroeste; su adalid oscura avanza henchida. Retrato callado del poeta saliendo del cuadro. Yo afónica. Pienso en las pinturas taciturnas de Augusto Schiavoni: en los canastillos, en los crisantemos , junquillos, ciruelos y duraznos, en los bodegones, en los patios, en los retratos; rictus impávidos que aparecen con sombreros, con bufandas, con armiños o zorros, con cortinados, con boina blanca, con collares colorados, con porrones de barro, con batas y vestidos azules, con azadas, con peinetón, con vestido amarillo, con capa negra;  cientos de veces. Estos seres podrían llamarse: la dama, el viejo, la niña, la joven, la estudiante, el muchacho, el  barbirrojo,  Augusto, José,  Manuel Musto, mi madre, mi hermana o, anestesiadamente, figura. Y son lo mismo, la escena callejera del oro local  y los cuadros de Schiavoni: un silencio puntual, como la dura eficiencia del rumor de una guillotina. Albur. Es eso, ¿un disparo o una foto?  Pero en los Schiavoni está toda la liturgia muda del poder de la pintura, en la densa bonhomía. En el rebote del pincel sobre el lienzo, en la untuosidad de la materia en espátula para, luego, estirarse amorosa sobre el género revelando de vuelta la forma del silencio. Los retratos.


Grela me dijo a los catorce años: señorita si viene acá, viene para usted; no viene para andar diciendo por ahí que viene a lo del maestro; porque yo no soy un maestro, porque a usted no le sirve venir acá si no aprende; entonces, hasta que no aprenda a dibujar este vaso, este vaso no existe y usted tampoco ha venido a mi taller; por lo que cállese la boca. Rigor por la disciplina, por el trazo, por el color, medir las palabras. Todo lo he aprendido tarde. Grela describe, en otro cuadrazo mudo de Schiavoni,  las líneas, el color, la materia y la composición. Sólo un perro de Murano, sobre el pañolenci verde billar, tiene la mirada inquieta en la Composición de 1932. Un perro, que también podría ser ¿un gato, o un ratón? Un objeto absurdo, un bibelot, que destella en la impronta gélida y solemne propia de los personajes ataviados por Augusto Schiavoni. Y Grela, ante este detalle decontracté, no señala más que: Perrito: Negro-azul. Moño blancos-rojos y azules.  Y me vuelvo loca de verborragia por este acento pop.
¿Un perrito de cristal de Murano compartiendo primer plano con un ejemplar de la Revista Hogar? Epítome pictórico pop de Schiavoni, 30 años antes que Richard Hamilton y desde el cono sur. ¿Porque Augusto no puede ser un pintor pop? Repertorio y paleta me dan la derecha. Hace algunos años, cuando preparaba un texto sobre el Pop, le consulté al Prof. Montini cuál era, según él, el primer cuadro pop de la historia y su respuesta, siempre aguda, excéntrica y estudiosa, fue la siguiente: el retrato ecuestre de Doña María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart de Silva, de Ignacio Zuloaga. Inmediatamente, para documentar su recomendación,  me facilitó el catálogo de la colección  de la Casa de Alba en la que el editor conde de Siruela presenta, retratado en escorzo con melena entrecana nívea, la colección delirante de su abolengo. Ahí, página tras página, sala tras sala, va apareciendo toda la tradición pictórica castiza más ajustada del retrato monárquico. Y así, como quien no quiere la cosa, de repente se hace presente el retrato cocoliche/colorinche de la duquesa niña, subida a un pony tobiano de los Farrapos, con sus mascotas y juguetes, su perro salchicha y un Mickey  que, risueño, inoportuno y vivaracho,  aparece hogaño a su nacimiento. Este es el dato de inscripción en el Pop:  Micky Mouse, primicia del consumo infantil, en un museo, en una colección y en retrato ecuestre de una niña duquesa de Alba caprichosa en 1930. De todos modos, no puedo dejar de pensar que el perro de Murano, que Grela decide evitar  y casi no señala en la pintura de Schiavoni, es épico cómo el ratoncito de Walt Disney en el empaste de Zuloaga. De golpe la contravención y el movimiento se disparan igual que un estallido de rayos gamma.

                                   

Puedo enroscarme en las patas redondeadas de ese perro de cristal, puedo oler ese moño, esa superficie acharolada del animal azabache que se escapa del cuadro. Pero en esta pintura, como en todas las de Schiavoni, el objeto de estudio es melancólico y poco controvertido. Una sola máxima ubicada en el silencio; el silencio expectante y natural,  estético y cromático, respetuoso y dignificante, todos silencios austeros. Dice Batlle Planas, en el libro Schiavoni de Ediciones Ellena/Rosario sin fecha precisa: Las distancias fueron controladas y hubo sacrificio, estricto el aire, estricta la pena, estricta la alegría, estrictos los minutos que vio a la naturaleza, estricto fue su aire, los árboles, las hierbas, las flores. Enumeremos su dolor, un tonto sosiego y la penumbra envolviendo sus cansados miembros. Las mujeres de la pintura, como muchos de los retratos de Schiavoni, llevan unos cortes carré  y se las nota rígidas; al chico, en cambio, se lo ve cándido y triste. Rigor, ternura y tristeza. El niño mudo, las señoras atildas sobriamente y el perro huyendo para ladrar y batir otra historia.

Texto reproducido en UNION Y AMISTAD (pag. 21 a 24)
año 3/ n°5/ otoño 2014/ Rosario / Argentina

sábado, 17 de mayo de 2014

Carbones y diamantes


Fotos Gastón Miranda



Atrapada entre Dominicis y Obligado. Termino la semana deslumbrada con Angelita y Román; los junto, los uno, los obligo a conversar, los cebo. Vamos de las suculentas de Graciela, y su jardín espeso del que cada uno tiene un poco, a las piezas de Román. Angelita es experta en química de los cristales. Román trabaja con cristales. Le pregunto a ella, tratando de llevarla al lugar del especialista, qué ve en la obra de Román y me dice que ve a su propia madre haciendo cofres, nécessaires, adornos, pasatiempos coloridos y brillosos. No me revela nada que no sepa. Macla. Román nos señala que su asistente tiene la edad de mi abuela. Persistimos en la auto-referencialidad y en el empirismo propio de la acumulación de tiempo, nos regodeamos allí los tres; de golpe tengo la impresión de estar pasándola regio. ¿Qué estamos tomando? Mientras tanto no abandono mi voluntad investigativa por lo que, desde hace días, llevo en el bolso un libro de mineralogía: … la fórmula química no es un elemento definitivo para distinguir un mineral de otro, una misma fórmula  puede ser compartida por minerales distintos, ya que aun compartiendo ésta tienen propiedades físicas opuestas debido a su diferente estructura atómica, propiedad que se denomina polimorfismo, cuyo ejemplo clásico es el diamante y el grafito cuya idéntica formulación química (C) nos ofrece características físico-químicas estructurales radicalmente distintas. (Roubault, M. Determinación des mineraux des roches, au microscope polarisant. París, 1963).
Tiempo. Estoy parada ante la instalación de Román Vitali, un cristal tras otro destella. Me acuerdo de Gumier contándome sobre Román como un hallazgo; eran los 90tas. Para mí cada artista era un yacimiento, tenía apenas 19 años y creía que para ser artista había que hacer todo el tiempo lo que se quiera, atropellando; no he cambiado nada. Pero pasaron décadas. El pensamiento y los ojos se me disparan en millones de sentidos, como si una sublingual de ternura se me diluyera rumbo al cerebro frente a los vitalismos. Román me altera. La ciencia, la historia, la sensibilidad, la ciudad y el amor construyen este momento de alta velocidad bastante similar al de un Shinkansen.
Procedimiento. Táctica. Unidades celulares que, enhebradas en tensión con una línea, organizan un tejido, conforman un volumen y más tarde definen un cuerpo para que, una vez instaladas en luz gracias a la dispersión de Rayleigh, la compacidad desaparezca; y convertirse, así, en suspiro leve en mis pulmones. Como cuándo vamos a dormir al bosque húmedo de pinocha y sabemos que estamos en cada tesis alveolar. Las ideas se alojan en la felicidad de ser recreadas respiración tras otra. Y saber que allí podemos quedarnos. El tiempo en Vitali se evidencia, y se detiene levitando, del modo más precioso: estar. La obra perpetua que Román genera, se sostiene en un idéntico gesto que logra modificarse así mismo, como un ademán elegantísimo que siempre salpica color de manera prodigiosa. Y esos derrames nunca son iguales, paleta en scattering. Cauta celeridad para la urdimbre de estas piezas, y marejada en urgencia para nosotros. Román me revela un secreto: con las cenizas de un ser querido se pueden hacer diamantes de los colores que deseemos. Pediré ser una cuenta facetada cinabria, entonces.


Fotos Gastón Miranda

Texto a propósito de “13” (2014), obra de Román Vitali, instalación topo-específica en Paisaje.
Se puede visitar hasta fin de junio, de martes a viernes de 16 a 20.

viernes, 2 de mayo de 2014

ANUARIO 2013

Presentamos  la cuarta edición de ANUARIO, el jueves 8 de mayo, a las 19.30hs. en PAISAJE.



Este año hemos duplicado contenidos y compacidad, al igual que la diversidad de voces, que da cuenta de nuestra escena, se vuelve más rica y vivaz cada edición.


El jueves próximo, en la previa de la presentación, saldremos en vivo por Radio Universidad en el programa Más Tarde que Nunca  con conducción de Federico Fritschi en horario central de la tarde (de 16 a 18), contaremos con recital de Fede Leites de su último álbum Ataud Ataud y una distinguida y destellante instalación de Román Vitali. Va video docu de Gastón Miranda flotando en la galería Dominicis. Sebastián Nuñez nos deleitará con tragos y vituallas y dj Robert Rovere nos inspirará de gozo musical.
Y, como quién no quiere la cosa, presentamos un libro que es una gloria editorial:
Beatriz Vignoli, Laura Malosetti Costa, Jordi Carrión, Manuel Quaranta, Ariel Costa, Ángel Gentiletti, Maximiliano Rosini, Luján Castellani, Román Vitali, Silvia Dolinko, Pablo Romano, Beatriz Vignoli, Gustavo Borletto, La Magdalena de hoy, Lorena Mouguelar, Irina Garbatzky, Virginia Negri, Mercedes Gómez de la Cruz, María Elena Lucero, Ana Longoni, Rubén Chababo, Nancy Rojas y Mauro Guzmán, Ivana Mondelo, Manuela Suárez, Javier Hernández, Marcela Gené, Francisco Montes González, Leandro Magnabosco, Sabina Florio y Cynthia Blaconá, Guillermo A. Ríos, Mónica Castagnotto, Daniel García, Ana Wandzik, Edgardo Pérez Castillo, Ángeles Azcua,Virgina Giacosa, Alejandra Panozzo, Ulises Moset, Dardo Ceballos, Pablo Bilsky, Cintia Cristiá, Federico Ricci, Lisandro Bella, Laura Vilche, Carla Colombo, Marcelo Pombo, Pablo Franza, Osvaldo Aguirre, Virginia Negri, Luis Vignoli, Clarisa Appendino, Roberto Echen, Federico Fritschi, Julieta Tonello, Amanda Poliester, Alejandra Benz, Gisela Moreno, Carlos Candia, Leandro Arteaga,  Diego Giordano, El Viejo V, Agustín González, Verónica Gómez, Nora Lía Pastorini, David Nahon, María Laura Carrascal, Guillermo Augusto Fantoni y Daniel García conforman un coro polifónico de autores increíbles.





Será una alegría y un honor contar con vuestra presencia, el jueves 8 de mayo próximo a las 19.30 en Galería Dominicis, Catarmarca 1427 local 24.


R.S.V.P.


Georgina Ricci, Pablo Montini y Lila Siegrist
Rosario, 25 de abril de 2014