lunes, 30 de diciembre de 2013

Un año escrito (primera parte)



Un año que bien podría ser un name-dropping, al que no le temo, que me interesa detallar, que de a poco ha ido apareciendo aquí y seguirá dando qué hablar. Para que el peladar, en el que muchas veces creo estar, se vuelva un lazo trenzado desde mi cabeza a esta pantalla luminosa y amorosa.

Revisar el año para atrás, desde el mismo punto en que me encontraba hace un año, en la cabaña del bosque: cero de las coordenadas. Evitar el ambiente canicular de Rosario y manejar a velocidad crucero hacia el horizonte que construye una raya punzó en la panza de los médanos azules del mar, en los que puedo pensar que siempre habrá ese brillo tibio ¡Brindis! El río o el mar, la salud, la fuerza, la juventud.

Necesitaría mucho espacio para deletrear uno a uno los datos de un año (de todos los pasados). Inventariar pájaros y árboles (sus nombres científicos), topografiar terrenos, dar cuenta de los edificios y los caminos, redibujar escorzos, identificar colores, leer valor luz en el espacio y estrellar los ojos por los saturados. Las resonancias orgánicas que activan mi oído de tísica desde pianissimo a fortissimo y mi memoria (la visual, la congénita, la ancestral) se adulteran y desde atrás se leen en estado fraguado. Una evocación de recuerdos ciertos y no tanto, de recuerdos delirantes alucinados, de recuerdos biográficos. Conocimientos biológicos alrededor del mundo con cierta guache: cómo flotar distintos mares, cómo te traga el pantano en el río y cómo asar. Un canevá de líneas débiles pero muy coloridas, en el que se configuran imágenes por mayor pregnancia, contraste y saturación y armo, así, una retícula iridiscente lavada.

En cambio, el dibujo de lo relatado es nítido, xq con la escritura se termina la retentiva; una vez se escribe algo, se lo incinera de la resonancia cerebral. Escribir es formatear la cabeza. Cuando escribimos algo, ya no podremos evocarlo en la intimidad de nuestros pensamientos aguados, tendremos que leerlo entonces entre nuestros papeles.

He pasado un año sin depresión, sólo cierto spleen se ha apropiado de mí, es decir he estado estable; me he peinado todos los días, he organizado la tristeza a favor de saber estar: del adagio al vivace. ¿Marasmo desértico vs vergel macilento? Lo último por favor, e intravenoso.

martes, 24 de diciembre de 2013

Una cosa lleva a la otra


Escribir es hablar mentalmente
Se ha terminado una semana más que escribir. Nos hemos juntado con Ricci para definir nuestros dos próximos libros en Yo soy Gilda editora que en pocos meses estarán en librerías. Hemos tomado teresita con Vir Negri y un porroncito con Fede Ricci; nuestros libros comienzan de a sorbos y con muchas conversaciones. En cambio, hace un par de días, hemos presentado Inédito de Diego Giordano entre cuantiosos tragos y litros de ponche, en el Diablito Bar con importante audiencia: protagonistas del rock histórico y contemporáneo, artistas, escritores, periodistas, amigos, hermanos y galantes, impecables y entrecanos funcionarios que yo desconocía, ¡qué honor mi dios querido!; otro libro próspero que deja estela y que el tiempo, los milenios siempre favorecerán.  También he completado dos encuestas a modo de balance sobre los sucesos destacables de la cultura de Rosario que pueden leerse en suplemento Señales y en el Diario Cruz del Sur, para las cuales he dosificado mi malicia. He constatado que a las páginas de este blog las leen 950 personas promedio por semana de todo el mundo y sólo 4, de las 287 de Rosario, me lo cuentan: Julia, Gastón, Ana y Geor. Me gustan ellos cuatro.

Ocupación y bosque
Estaré una semana en el mar para lo cual he alquilado una cabaña sencilla, que cubre nuestras necesidades básicas con confort propio de la RDA en su apogeo; y esta austeridad en el bosque es lo que nos complace, lo que nos une. Para nuestra estadía tengo que firmar un contrato de locación en el que, entre otros datos, debo consignar mi ocupación. No sé. No sé. Debería llamar a mis seres queridos para que me den una mano en esto. Qué tema las ocupaciones, los contratos, los formularios, los certificados, los divorcios, las papeletas, los nacimientos, los permisos: requieren de una verdad que negamos, o preferimos desconocer, y siempre se presentan en el silencio quirúrgico de una oficina. En fin, he llegado al mar.  Nos rodean cipreses lambertiana y piramidales, pinos en sus variedades marítimas: de alepo, insigne y tumbergi. Un olivo extraño se despliega sobre nuestra ventana. Converso con los locales para saber más sobre este boque que visito año a año.  El yodo hace que se purifique la epidermis de mi familia y la pinocha exulta mis pulmones al punto que, en cada paso/inhalación, mantengo una conversación conmigo misma.

Libros y paisajes
Una semana en que se generó un chispazo divino para que un joint venture (dice wikipedia que significa, literalmente, ‘aventura conjunta’ o ‘aventura en conjunto’,  o ´alianza estratégica´ y ´alianza comercial´, o incluso también ´riesgo compartido´) entre dos equipos súper poderosos se empiece a dibujar. Nos unimos, para avanzar sobre los locales 12 y 24 de la Galería Dominicis en Catamarca y Corrientes, los Club Editorial Río Paraná con los Yo soy Gilda ANUARIO. Allí cada uno tendrá su espacio para seguir haciendo lo propio y  los Yo Soy Gilda ANUARIO tendremos sede fija que se llamará PAISAJE. Estaremos abriendo al público entrado febrero.

Paisajes y dandis
Durante estos años he tratado de definir el paisaje, para lo cual que he escrito una novela que justifica mis intrigas al respecto y aun así no puedo aseverar mucho más qué el paisaje es una experiencia en la que sólo vale la inmersión y la permanencia a pelo. En estas páginas algo ya se ha adelantado. La novela la escribí durante una semana en enero de 2011 en profunda soledad mirando desde mi ventana la acacia acalorada. Y desde aquellos días, a estos, me he convertido en epicúrea de mí, en heralda de una camada, para lo cual me he propuesto no abandonar nada de lo perceptible, en que lo circundante sea lo único válido, y en tratar de silbar algo. Del paisaje a la escritura. Releo salpicado a Ulrico Schmidle. Tarde, me arrodillo ante las recomendaciones de mi madre y, descubro a Darwin hablando de la Pampa y la Patagonia en el capítulo IV de Viaje de un naturalista alrededor del mundo: es la primera noche que paso al aire libre, con la silla de montar por almohada... El silencio de muerte que reinó en la llanura, los perros de centinela, los gauchos tomando disposiciones para lo noche alrededor de la lumbre, todo aquella noche dejó en mi espíritu una impresión que nunca se borrará.  Ahora reviso a Enrique Williams Álzaga que relata la pampa húmeda como una comarca floreciente, con abundosas praderas, ríos, arroyos y pintorescas lagunas… Entre nuestros escritores ha sido Mansilla quien primero se apercibió de que no era tan sólo la pampa una enorme llanura de ilimitados horizontes como la concibieron Echeverría y otros poetas románticos. Dice en su libro: “Los que han hecho la pintura de la pampa suponiéndola en toda su inmensidad una vasta llanura,  ¡en qué errores descriptivos han incurrido! Poetas y hombres de ciencia se han equivocado. El paisaje ideal de la pampa que yo llamaría, para ser exacto, pampas en plural, y paisaje real, son dos perspectivas completamente distintas”. Pudo constatar que ni el ombú ni el cardo son autóctonos de nuestra llanura: “Poetas distinguidos, historiadores, han cantado al ombú y al cardo de la pampa. ¿Qué ombúes hay en la pampa, qué cardales hay en la pampa? ¿Son acaso oriundos de América, de estas zonas? ¿Quién haya vivido algún tiempo en el campo, hablando mejor, quién haya recorrido los campos con espíritu observador, no ha notado que el ombú indica siempre una casa habitada o una población que fue; que el cardo no se halla en ciertos lugares, como que fue sembrado por los jesuitas, habiéndose propagado después?”…(prosigue Williams Álzaga sobre Mansilla) El estilo de Excursión, como el de todos los libros de Mansilla, es flojo, ramplón, desordenado. Escribía como hablaba. “Escribir es hablar mentalmente”, se le oyó decir más de una oportunidad. No corregía sus páginas. Redactaba al correr de la pluma. Agrego: escribía a pulso de paisaje, a tranco del caballo, albur formal tierra adentro. Remata Enrique Williams Álzaga: Lástima que no haya cultivado (Mansilla) la forma, suele pensarse. ¿Pero no reside precisamente en esa incorrección, en ese desorden, en ese abandono del estilo, la frescura y la originalidad de sus obras?.. sigue Mansilla, asumiendo un relato idéntico a Darwin en relación a la dormida, a dormir sobre el terreno a la intemperie… “Lo confieso en nombre de las cosas más santas: yo no he dormido jamás ni más tranquilamente que en las arenas de la pampa, sobre mi recado” 




Dandi y mujer
He escrito para que mi holgazanería no se vuelva tan evidente. Escribo para sostener mi ociosidad. ¿Las mujeres podemos ser dandis? Hace quince años escribí este poema, que ahora está en la página 12 de Tracción a Sangre:

Qué bueno cuando se van los primeros en irse,
allí empieza el merequetengue
en una promenade airosa
acodados de dandismo;  
descansamos del descanso
asumimos veranadas draconianas en diversión.

Escribo para que mis padres no piensen lo peor de mí. Para yo no pensar lo peor de mí. En otra época he practicado deporte por lo mismo. Los niños están insolados de olas y ya se elevan sobre ellas. Desde un balcón de pino teñido veo llegar una casera y un zorzal, más allá arena soledosa, el mar brama a 80 metros. Sí un fenómeno tan colosal está cerca, todo es nimio.

martes, 17 de diciembre de 2013

En busca del eslabón perdido, Inédito de Diego Giordano


Según entrevista del Suplemento Señales del domingo 15 de noviembre:

En Inédito, el curriculum vitae de Diego Giordano es muy escueto. Dice que nació en 1974, que es periodista y músico y que se trata de su primer libro publicado. "Toqué en Tierra de nadie, Mortadela rancia, Coki and the killer burritos y Lanzallamas —agrega, por correo electrónico—. Trabajé en el diario El Ciudadano unos diez años en la sección espectáculos y cultura, tuve un montón de programas de radio —ya no—, y actualmente coordino el sello discográfico de la Editorial Municipal de Rosario. Y también formé parte de 32 pies", la revista de la Fundación del Puerto de la Música.

—¿Cómo apareció la idea del libro y cómo se desarrolló su escritura, qué problemas se te presentaron?
—Con Andrés Conti teníamos la idea de escribir una historia del rock en Rosario, pero el proyecto se deshilachó a poco de empezar a trabajar. Yo ya había escrito bastante sobre algunas bandas de los años 80 y me parecía muy significativo que las dos expresiones de la ciudad que alcanzaron masividad en aquellos años, primero la llamada Trova Rosarina y luego los grupos pop Identikit y Graffiti, tuvieran tan poco en común. Para analizar esa ruptura, esa falta de continuidad, me propuse investigar el período que va del 82 al 87. El salto se hace evidente en la evolución de los grupos Boulevard y en El Andén, que comenzaron tocando rock progresivo en canciones de corte testimonial alrededor de 1982 y terminaron, un año y medio después, haciendo pop bailable, ya bajo los nombres de Graffiti e Identikit, respectivamente. El problema principal, relacionado con la falta de material sonoro, encontró su solución primero en el blog de Leo Cesarini (leocesarini.blogspot.com), que recopila material de aquellos años, y luego con la predisposición de los entrevistados, que me cedieron un montón de grabaciones con ensayos, demos y recitales. Un día le conté todo esto a Lila Siegrist y ella me propuso hacer un libro y editarlo a través de Yo Soy Gilda.

—¿Cómo se define la categoría "rock subterráneo"? ¿En oposición a otro tipo de movimientos más visibles?
—La definición de rock subterráneo apunta a grupos que no llegaron a editar un disco. Los seis grupos en los que centré el trabajo no pasaron de la grabación de un par de demos. Por eso el libro se titula Inédito y son contadas las menciones a Graffiti e Identikit, que firmaron contratos con compañías grandes. Sin embargo, para analizar las propuestas de los subterráneos es imposible correrse del gran mapa del rock argentino de aquellos años, sobre todo porque el éxito de Virus, Los Abuelos de la Nada, Los Twist y Soda Stereo les mostró a los grupos locales que comenzaba una nueva época y que ya no era un anatema hacer música para bailar y divertirse. Pero el cambio no fue fácil ni instantáneo. El libro habla de ese proceso.

—Entre la introducción y el epílogo se definen con claridad los límites del período que abordás. ¿Este es un capítulo perdido de la historia del rock en Rosario?
—Hoy, afortunadamente, la música circula sin restricciones, cualquiera puede grabar un disco en su casa y subirlo a Internet para que todos lo escuchen. Pero en aquel momento, grabar un disco era imposible si no tenías un contrato firmado con una compañía. Y esto también se aplica a la década de los 70. La historia del rock de Rosario tiene varios eslabones perdidos. El humilde propósito de Inédito es hacer visible uno de ellos.

—¿Cómo se desarrolla la relación con los grupos de Buenos Aires? ¿Hay contactos e influencias o un camino propio?
—Hay una relación directa pero no porque los grupos locales incluidos en el libro, más allá de algún ejemplo puntual, reflejen influencias notorias de sus colegas porteños. Entre el final de la dictadura y los primeros dos años de democracia, el rock argentino dio un giro de 180 grados. La renovación pop que encarnaron Soda, Virus y el mismo Charly García con su disco Clics modernos (1983) no podía pasar desapercibida. Tampoco hay que olvidarse que en ese mismo período, Inglaterra vivía los años de oro de la new wave. Para los músicos de la ciudad que venían escuchando Yes y Genesis, toparse de golpe con U2, Duran Duran y The Police fue un sopapo mayúsculo. Inédito trata de abordar cómo asimiló el rock de la ciudad ese golpazo.


Inédito se presenta el jueves 19 a las 20 en El Diablito Bar, Maipú 622.
Participan Georgina Ricci, Lila Siegrist, Lucas Calanda y el autor.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Stalkear a tus amigas


Con el ser de los próximos milenios
Por la tarde el sol se cuela y aparece el cobre del paisaje que llora azufre, los árboles cetrinos y bronceada la tierra. Un perro a mis pies, un escenario perfecto para el fuego, un flash en mi frente cuando avanza la leña a mis fauces. El olor limpio del junco de la esterilla es el confort civilatorio que disponemos. Allí estamos a salvo por un rato. Paró el Paraná, la gravedad se detuvo a las tres de la mañana, en la superficie el agua esta plana, sin pliegues más que los de nuestra respiración. Tenemos el monte del agua y el monte de la tierra. Y el cielo blanco en la noche aparece como un Rorschach, una monarca guacha, renga, sólo un ala en el cielo calado por el matorral negro de sauces infinitos, infinitos los sauces en perfiles quebrados, y amables. Nos vamos a dormir al sereno sobre la cantera misma del sereno. Luego la ciudad asoma sobre la mata de sauces.

Charly García
La radio, segundo episodio. Me llama Lucía Rodríguez y me invita a participar del micro Me gusta (mucho) del programa De Ushuaia a la Quiaca (Radio Universidad). La idea es que elija un disco de algún artista nacional y comente porqué me gusta mucho. Es una especie de recomendación, pero más vivencial, (todo me lo dice con su amoroso tono al que no se le puede decir nunca que no). Y allí fui a la invitación, y salí a buscar en la discoteca de mi madre el disco que me gusta mucho: Piano Bar de Charly. Perry, que conduce el programa, es de una generosidad sin igual x lo que el micro quedó hermoso. La voz en el éter de vuelta, la timidez de la voz flotando, es la voz desnuda, es una voz encantadora la que una se escucha. Pensé algunas cosas sobre Piano Bar; que vendría a ser el inicio de mis recuerdos regulados, sería mucho decir que es el inicio de mi vida adulta, porque cuando ese disco llegó a casa (el 3.1.85 el día del cumpleaños número 34 de mi viejo) yo tenía 8 años, pero es el primer disco que yo elijo para escuchar regularmente (después vendrían los Twist, Las Viudas e hijas, y Vasos y besos). Llegó en un sobre naranja y negro de disquería Tal Cual. Yendo de la cama al living y Clicks modernos pertenecen a recuerdos de la niñez más pura, pero Piano Bar es 100% elección personal. Es un disco de batalla y violento, pero también es un disco de amor, de revelaciones amontonadas en versos hermosos, todos los versos son hermosos, y todos cada uno una confesión. Charly es el más Charly solista en Piano bar; aún estando acompañado de Fito joven en teclados, que también es el Fito más Charly, y de Willy Iturri en baterías. Tu vida puede ser un año, y ese año ser un disco, Piano Bar es el mío.

Triple X 
El recital, fue un delirio de recital. Hubo feria, hubo venta de obra, de porrones y empanadas. Hubo barra de libros que se vendieron y se comentaron. Porque no hay nada mejor que una barra de libros, todas deberían ser barras de libros, en lugar de barras de cócteles, en las que una se acoda a degustar un trago y conversa de las virtudes del mismo, un coloradito o un clarito;  deberíamos tener barras de libros, como la del viernes en Triple X en la que se podía degustar la mejor poesía de la zona, y llevarla a casa. Me gustó todo el recital y leer también, siempre leemos mejor, todos estamos leyendo mejor, tenemos un público cooperante. Detecté en Cristhian Monti, en su voz, la silueta del paisaje en su ritmo, un tala en sus cuerdas, o las cuerdas de un tala, el rango verbal acuchillado? Sí, para mí que sí, Monti es la voz de enfrente, y es la voz que anhelo.

Pasaje Pam
Eva Finquelstein nos visita desde Córdoba, me la cruzo en la expo del Pasaje Pam, conversamos, y yo no puedo dejar de hablarle. En breve haremos algo juntas; ella, mientras tanto, filma todo lo que va viendo en la expo del pasaje, filma mi foto en la vitrina que se llama Como escalar una montaña, y los dibujos hermosos y novedoso de Fer Kriguer: sigan a este dibujante refinado y salvaje que siempre deja estela. Juan Germán Guardatti lleva el mismo talante que Kriguer, talento y más talento. Subimos a la planta alta y vemos el dibujo geométrico ascético absurdo y sensible de Ricci (Ricci no para), enfrente la expo del taller de Silvita y Pauline explota, se derraman zonas de ternura por toda la oficina 26.
Estoy pensando un hacer una revista de vida social, en abandonar esto y en dedicarme a un quién es quién tipo Ecos de Rosario.

Qué termine diciembre de una vez
El ser, con quien elijo transcurrir los próximos segundos de los próximos milenios, me hace el habitual llamado telefónico de balance de día abriendo una conversación de este modo:

-Che, amor, acabo de vivir una experiencia antropológica.

Como si las experiencias antropológicas significaran un gesto insólito en el uso habitual de nuestra sociabilidad. Todas son experiencias antropológicas en las que estamos, pero él utiliza esto de la experiencia antropológica para encontrar una venia de mi parte al caravaneo eterno que no puede abandonar, aunque se lo proponga o me lo prometa. Bañar de experiencia antropológica esto de que te gusta la noche más que al Facha Martel.

-¡Sí, mirá, qué bien! ¿Y de qué se trata?

- Me citaron en Pellegrini y Corrientes, no sabía a dónde me tocaba ir, y terminé subido a un bondi con algunas amigas de la primaria, el bondi se llama Party Bus.

- Aha, un Party Bus? Que mal debe oler ese lugar.

- Si la verdad es que huele mal, pero la idea es ir bailando y tomando unos tragos arriba del ómnibus durante tres horas. Luego hay distintas paradas, y se baja y se baila en la calle, ayer por ejemplo en la barranca cerca de Puerto Norte.

Party Bus se ha convertido en el motivo de mi stalkeo de las últimas 20 horas.
Una semana de canas manifestando con chumbos.
Biopsicoquinociberdrama.

martes, 3 de diciembre de 2013

Cada semana


Sábado
Dos días flotando en el río y ahora, en el escritorio frente al teclado, oscilan mis palabras; estoy mareada de verdad. ¿Papá, hay algo que se llama laberinto?

Domingo
Leo los suplementos culturales del domingo y espero encontrarme entre las noticias. Leo PAMPA de Fausto Hernández y se deshace entre mis dedos; cae sobre mi tórax la página central en la que cuenta el tranco de un zaino, que late en la tierra noble. He tenido esas mismas impresiones y he podido escribir entre caballos. Los caballos deberían ser feroces, en sus ritmos de aire hay albedrío concentrado.

Lunes
Completo una encuesta en que me preguntan sobre los asuntos culturales destacables del año, y respondo tratando de ser lo más parcial posible. 
Por ejemplo: 
¿Cuál te pareció la mejor de las actividades –festivales, recitales, encuentros– culturales en Rosario durante 2013? 
Los recitales de lectura organizados en XXX en marzo y ahora diciembre; la voz vive bajo ese techo parabólico en Pasaje Arenales (vengan el viernes)

Martes
Reunión de ANUARIO en lo de Ricci, con Pablo y Gastón. 7 horas de conversación, ejecución y contenidos. Armamos una cuadrilla operativa y pensante.Tenemos un plan. Alto octanaje para nuestras reuniones. Llevamos 4 años escribiendo el mismo libro en la misma ciudad sobre un mismo campo. Somos como Los Chalchaleros, nos vivimos despidiendo. La despedida, el desguace, es nuestro combustible, veremos qué hacer el año próximo. Armamos el dream team de autores predilectos, nos damos gustos y pensamos que el trabajo es lo máximo.

Miércoles
Participo de una  sobremesa en la que se conversa entre camaradas, camaradas camaradas, gente que ha nacido entre el  32 y el 51. En esa tarde plena de acritud he recordado un texto hermoso de Sebreli sobre Simone de Beauvoir que leí en Setecientos Monos (en la excelente Antología a cargo de Gilda Di Crosta y Osvaldo Aguirre por Santiago Arcos). Me ha sucedido a los 23 años que abandoné mi voluntad por leer a Sebreli, casi a la misma edad en que abandoné a Sarlo. En ambos casos, por detectarles vicios horrorosos de celebridad literaria y de buenos modales para la práctica de la escritura de ensayo. Es decir, por saber escribir bien, por saber utilizar perfectamente el lenguaje, terminan diciendo cosas feas. Por eso, en el año 2001, decidí no leer más a Juan José Sebreli luego de haber estudiado Futbol y masas, Mar del Plata y el ocio represivo, El vacilar de las cosas, El asedio a la modernidad; y el remate, el colofón para abandonar mis lecturas exhaustivas de este autor, sucedió cuando la pluma virtuosa se puso al servicio del arte en su libro sobre las vanguardias del siglo XX llamado Las aventuras de la vanguardias: MADRE DE DIOS. Entre sus fuentes más citadas y sus agradecimientos figuraba Jorge López Anaya. En aquellos años mozos decidí renunciar a Sebreli. Pero hoy, casi 13 años más tarde, he vuelto a descubrir a este autor en una crónica que describe un fugaz encuentro con Simone de Beauvoir en París. Este texto es un perla. La crónica se llama Con Simone de Beauvoir y se me aparece en la página 161 de la ya citada antología. Es una locura, en la que Sebreli presenta una candidez bastante más noble que por estos días y describe los espacios domésticos de la autora: Ya no es la Simone de Beauvoir que vivía en una pieza desnuda del hotel de la Louisianne, con los años ha adquirido el lujo de los propietarios: un pasado. Simone se hace esperar, pero cuando aparece frente a Juan José se despacha diciendo que no llega a comprender la posición del partido comunista argentino y que quisiera entender el peronismo para poder alcanzar la realidad argentina. Que siempre con Sartre conversan de esto.

Jueves
Hoy, subo a regar las plantas, y rodeo el azórico para tenerlo más cerca, y recordar, de modo sistemático, que tanto un jazmín como un cometa pueden abrazarse. El azórico no te pide nada y te da todo. Mi bisabuela ha visto el Halley dos veces, y la segunda vez que lo vio, fue cuando la invité a mi terraza para que nos alucinemos juntas. Mi hermana no se acuerda de esto, y me dice que yo lo invento todo.Y la verdad es que lo invento todo, pero lo puedo inventar xq tengo muy buena memoria. Le pongo topping a los recuerdos, sólo eso.

Viernes I
Por la tardecita voy a Radio Universidad al programa Juana en el arco, y disfruto de una mesa poderosa con Virginia Giacosa, Fernanda Blasco, Sonia Tessa, Flor Coll, en el control Anna Gandolla. Leímos poemas de Tracción a Sangre y conversamos de la incomodidad como medio posible de producción sensible. Me gustó: 4 mujeres hermosas que se divierten, y generan eco en el éter desmadrado llegando, aún y sin saberlo, hasta orillas de Nilo. El sábado por la mañana recibo novedades de El Cairo. Nuestras voces transatlánticas.

Viernes II
El viernes a medianoche, mientras bailaba Bombón asesino, suena mi teléfono celular en el bolsillo, y yo me debato entre atender al número desconocido o seguir disimulando mi dolor de vaso fruto de mi fuera de estado en las pistas. Un trago. Las teclas, las pantallas, los escritorios, los libros te tapan las arterias. Escucho y leo entre líneas todo lo que vociferan, necesito tomarme un descanso de estímulos. La intoxicación es un estado tan productivo que mejor guardarse, regularse, abstenerse.

Sábado
Debería haber brindado en el Club Editorial Río Paraná con amigos por el cierre de un proyecto poderoso y por el inicio de otro que promete. He pensado en ellos mientras veía a mis niños avanzar en el paisaje con destreza amorosa, vestidos de colores iridiscentes. Leo un poema de Julia Enríquez que me revela algo
ahí está todo acumulado:
mi conformismo masoquista,
mis ansias de distorsión
cada semana,
mi enganche con lo peor
de lo que tuvimos,

mi vida enajenada