jueves, 19 de septiembre de 2013

Semana de mixing

Nos juntamos el viernes con el equipo editorial y operativo de ANUARIO. Nos animamos a aseverar cambios drásticos para nuestros proyectos venideros. Para poder seguir estando en estado de error, de derrape, de intriga sobre nuestras propias ideas, las ajenas y las comunes. Sobre las ideas comunitarias. Conversamos del cierre, de un texto espinal que nuevamente no será propio sino antiguo, moderno, clásico en el que podamos tercerizar toda nuestra osadía en palabras elegantes. Las reuniones se hacen en el Bar Real, pero esta vez nos movimos a la vuelta a Jekyll y Hyde, xq nuestra tradicional sede es un éxito gastronómico de la ciudad. Allí, en la esquina de Mitre y Zabala, fuimos atendidos con esmero y profesionalismo durante 4 horas. Almorzamos copiosamente y luego derivamos en las rondas de café de sobremesa, hasta la hora del té, que también tomamos. (Hubo sobre nuestra mesa un Carpani y me recomendaron, también, aumentar el tamaño de letra de este blogg). Somos siempre los mismos, de vez en cuando un invitado, un colado bienvenido, un número vivo para nuestro rigor, pero esta vez el núcleo duro de ANUARIO no tuvo visitas. Se está pensando en el modo en que podremos o no captar fondos, en el modo en que este coro enorme, disonante y siempre laborioso de cuenta de nuestro estado. Un estado de  autores, lectores y editores que se inscriba en el presente como posibilidad de espacio y de acción. Hacemos ANUARIO para reunirnos y conversar, para debatir subidos de tono siempre. Se hace un libro, para justificar nuestras trifulcas. Recuerdo que hace algunos meses el cuerpo del hombre infernal chapoteaba en la Laguna del sauce y al salir del agua chorreando caían teros de sus hombros, para laurear el amor, y allí me enamoraría más. Ese día supe, y recuerdo claramente lo prístino de agua y la arena abrazando todo, que  para los dos y para el mundo aquello fue un flechazo. Que las cosas se hacen para poder justificar la existencia de los proyectos. Se hace el amor o se hacen libros para poder seguir haciéndolos y que se hagan cada día mejor por la fuerza del empirismo, o por la propia heurística. Así es como a cada paso se decreta la existencia de algo. Es frecuente que activemos mucho más cuanto menos actuemos, tenemos que meditar a cerca de nuestros inventos, proyectos, y deseos, para madurar lo que se instala en nuestra hemoglobina sensible y se nos irá de las manos. Así todo ACCIÓN-ACCIÓN-POR LA REVOLUCIÓN, me cantaba mi madre con ternura en los 80´s.
Ha sido  una semana de diversas, opuestas y muy desconcertantes correrías;  a parte de siestas santafecinas, libros, nuevos espacios, mudanzas breves, también hubo frente a mí un cordero macerado durante 12 horas en mi plato junto a una terrine que a cada bocado me ofreció una sorpresa, como si a cada golpe de enter se abriera un nuevo verso universal (sitando a Wandzik).  El fin de semana llegó con la entrada de Jesi Bur a casa para maquillarme la cara y peinarme una cola de caballo sobre mi cabeza que me transfiguraría en otra. El poder de los colores y las formas en mí. ¡Soy un Mondrian mi dios santo redentor!  Voy a una fiesta con dress code, en la que todos desoirán el modo de vestimenta. Nadie acata órdenes. Yo opto por el negro, los brillos leves de la plata y la falda larga. Alejandro Pont Lezica haría todo para que aquel llamado de etiqueta, que esta ciudad puede acompañar, se vuelva realmente glamoroso. Un vinilo tras otro a un ritmo exacto de púa, doble, coro de púas. Púas en mis oídos, y trajín para mis stilletos. Escuché Sex bomb por Tom Jones y tantos temas que permitieron que el cuerpo solivie el peso de la night. Uno baila para enamorarse y baila para olvidarse, se baila para que la frivolidad asuma nuestro torrente sanguíneo y que todo el colágeno de mis vecinas de pista corra riesgo de derrame. 

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