martes, 1 de septiembre de 2015

Una revelación




























Hace un año atrás caminaba por calle Mitre casi San Luis con Baggio/Levín y ellos me obligan a detenerme sobre la vidriera de La Porteña. Allí resplandece, aún en mi repaso, el trabajo de la dupla Blaconá/Rodríguez.
Dos duetos aumentan los lindes de la ciudad a terrenos aún no descubiertos por mí. Los axiomas se adulteran. Los esmaltes lustrosos de falso fondant, el merengue italiano montado, los alfajores glaseados, los baños de chocolate, dan lugar a las huellas dactilares de superficies pasteleras hasta hacerme agua la boca. Ante la repostería saliva vagal resuelta no sólo en el plano de las referencias del arte; sino en la cocina como lugar de alquimia familiar o en los olores del salón de La Porteña: las esencias. Ese escaparate se apodera de mí, acá en Richieri, entonces la  bienvenida: “Labores devotas.
Brindis a partir de las 18 hs el jueves 3 de septiembre.

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