En primer lugar no sabría detallar mi gusto, sí debiera hablar de mi gusto por la ingesta de comida y bebida (la fase más cliché y escatológica del gusto), del sabor refinado o no al que accedo, del rendimiento de mis papilas gustativas o de las células receptivas olfatoria; sí debería hablar de mi gusto por el vestido, por la sensibilidad en combinar géneros y colores acordes a las estaciones del año y a horarios determinados del día; sí debería hablar del gusto por arreglar y decorar espacios vitales (el caso de los cortinados, tapizados, ramos de flores, mesas generosas, etc.); sí se supone que debería hablar del gusto por la lectura y cómo sedimenta esa lectura en una biblioteca; del gusto por la compañía afable y amorosa en recintos alegres y cosies; del gusto por las caminatas en la ciudad que nos toque estar; del gusto por la silueta de nuestro paisaje extendido; o del gusto amargo en paladar por el desvelo nocturno, acelerado y nervioso. Todas prácticas endógenas, no adquiridas, que podríamos denominar “habitus”. En fin, una lista interminable, pero ¿del gusto por el ARTE? El gusto por el arte ha sido ensayado por eruditos de todas las ciencias y saberes y, la verdad, es que no tendré la capacidad para desarrollar, tanto por ignorancia como por vagancia, ninguna teoría novedosa en relación a este tema, por lo cual recomiendo consulten Dubos, Bourdieu, Ricci, Camnitzer, Cippolini, Montini, Woolf, Sotis y a tantos otros que han podido volcar con carácter racional y/o perceptivo, sus estudios al plano teórico del gusto. Rescato este ejemplo de Luis Camnitzer que nos dice así: …Un elemento—y obstáculo—fundamental en la configuración de la toma de decisiones, particularmente cuando hablamos de arte, es el gusto. Entre los estudiantes, el gusto es considerado como un instrumento importantísimo para hacer juicios con respecto a la calidad de lo que producen. Piensan que están ejerciendo su subjetividad y no se dan cuenta que el gusto es una construcción social totalmente sujeta a ideologías colectivas y a la influencia que ejercen sobre la experiencia personal.
…
Les pedí que hicieran una obra lo más “fea” posible. Trataron de hacerlo, realmente, lo mejor que pudieron. Pero inevitablemente los resultados no llegaban a ser desagradables en sí mismos. Siempre tenían referencias a valores sociales, tales como la repulsión que causan los excrementos fecales, que fue uno de los ejemplos usados con mayor frecuencia. Lo cual a su vez presentaba otro tema: el por qué la ingestión de comida en público es un acto de celebración, mientras que la excreción de comida en público es considerada de mal gusto. Aún si se la ejecuta vestido con un frac. Incluso hay leyes sobre esto último, y el vestirse con frac no exime del delito… Avancemos hacía el segundo tópico de aquella fórmula que estamos disecando: FANÁTICO.
Ser un barrabrava
Una partera sin fórceps
Para hablar sobre ARTE pienso en el modo efemeralización. Es decir, en un universo cargado de mega producciones faraónicas, está bueno poder hacer el ejercicio de producir mucho con poco. O no producir. Se pueden entrenar operaciones, instructivos y recetas que ejerciten el famoso “efecto látigo”. Es decir, cada vez menos eficientes, más delirantes, más riesgosas, menos productivas y con mayor disparo centrífugo para acercarse al arte, sumando equipos, socios y amigos. Ser gregarios y desprolijos por naturaleza y perfeccionarlo. O seguir trabajando solo también y que nos nutramos del amor. Para pensar en ARTE está bueno practicar en una zona yerma en la que nunca ha sucedido nada y está todo por explotar, también podemos pensar lo opuesto y que todo resulte próspero. No tengo definiciones posibles, más que un talante mental y físico en el que una está sumergida. Entonces, desde este estándar de tres palabras: GUSTO+FANÁTICO+ARTE, este sincretismos etimológico al que me invitan, luego de haber dado una vuelta anómala por mis circunvoluciones sensitivas y bibliográficas, es que puedo transmitirles la siguiente aclaración: no tengo gusto por un artista favorito del cual podría ser fanática. Sí tengo un pequeño listado que atraviesa mis pensamientos, percepciones y acciones; y, a medida que pasa el tiempo, van mutando y variando sus protagonistas, que aquí comparto escalonados y en escalerita:
La sagacidad sensible de Oscar Bony
La austeridad de recursos de Jacques Tati
La gélida heladera de Warhol en la Factory
La disponibilidad cinética y cromática de Blake Edwards
La maña ósea para los tiros libres de Diego Armando Maradona
La tarea cotidiana de Luis Márquez que, como jardinero, se esfuerza por detener el tiempo generativo de las plantas.
La ternura ofrecida por todas las mujeres de este universo, la capacidad combativa de mi madre y la destreza provechosa de mi abuela para traer al mundo 12.000 bebés.
(1)El término hincha fue aplicado por primera vez por un talabartero uruguayo llamado Miguel Reyes, que era el responsable de “hinchar” la pelota del equipo de Nacional del Montevideo, club del cual era fanático con alevosía.
este texto fue una invitación del equipo de club de fun:
http://www.clubdefun.com/index.php?page=noticia&v1=gusto-fan%C3%A1tico-arte-lila-siegrist
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