sábado, 17 de mayo de 2014

Carbones y diamantes


Fotos Gastón Miranda



Atrapada entre Dominicis y Obligado. Termino la semana deslumbrada con Angelita y Román; los junto, los uno, los obligo a conversar, los cebo. Vamos de las suculentas de Graciela, y su jardín espeso del que cada uno tiene un poco, a las piezas de Román. Angelita es experta en química de los cristales. Román trabaja con cristales. Le pregunto a ella, tratando de llevarla al lugar del especialista, qué ve en la obra de Román y me dice que ve a su propia madre haciendo cofres, nécessaires, adornos, pasatiempos coloridos y brillosos. No me revela nada que no sepa. Macla. Román nos señala que su asistente tiene la edad de mi abuela. Persistimos en la auto-referencialidad y en el empirismo propio de la acumulación de tiempo, nos regodeamos allí los tres; de golpe tengo la impresión de estar pasándola regio. ¿Qué estamos tomando? Mientras tanto no abandono mi voluntad investigativa por lo que, desde hace días, llevo en el bolso un libro de mineralogía: … la fórmula química no es un elemento definitivo para distinguir un mineral de otro, una misma fórmula  puede ser compartida por minerales distintos, ya que aun compartiendo ésta tienen propiedades físicas opuestas debido a su diferente estructura atómica, propiedad que se denomina polimorfismo, cuyo ejemplo clásico es el diamante y el grafito cuya idéntica formulación química (C) nos ofrece características físico-químicas estructurales radicalmente distintas. (Roubault, M. Determinación des mineraux des roches, au microscope polarisant. París, 1963).
Tiempo. Estoy parada ante la instalación de Román Vitali, un cristal tras otro destella. Me acuerdo de Gumier contándome sobre Román como un hallazgo; eran los 90tas. Para mí cada artista era un yacimiento, tenía apenas 19 años y creía que para ser artista había que hacer todo el tiempo lo que se quiera, atropellando; no he cambiado nada. Pero pasaron décadas. El pensamiento y los ojos se me disparan en millones de sentidos, como si una sublingual de ternura se me diluyera rumbo al cerebro frente a los vitalismos. Román me altera. La ciencia, la historia, la sensibilidad, la ciudad y el amor construyen este momento de alta velocidad bastante similar al de un Shinkansen.
Procedimiento. Táctica. Unidades celulares que, enhebradas en tensión con una línea, organizan un tejido, conforman un volumen y más tarde definen un cuerpo para que, una vez instaladas en luz gracias a la dispersión de Rayleigh, la compacidad desaparezca; y convertirse, así, en suspiro leve en mis pulmones. Como cuándo vamos a dormir al bosque húmedo de pinocha y sabemos que estamos en cada tesis alveolar. Las ideas se alojan en la felicidad de ser recreadas respiración tras otra. Y saber que allí podemos quedarnos. El tiempo en Vitali se evidencia, y se detiene levitando, del modo más precioso: estar. La obra perpetua que Román genera, se sostiene en un idéntico gesto que logra modificarse así mismo, como un ademán elegantísimo que siempre salpica color de manera prodigiosa. Y esos derrames nunca son iguales, paleta en scattering. Cauta celeridad para la urdimbre de estas piezas, y marejada en urgencia para nosotros. Román me revela un secreto: con las cenizas de un ser querido se pueden hacer diamantes de los colores que deseemos. Pediré ser una cuenta facetada cinabria, entonces.


Fotos Gastón Miranda

Texto a propósito de “13” (2014), obra de Román Vitali, instalación topo-específica en Paisaje.
Se puede visitar hasta fin de junio, de martes a viernes de 16 a 20.

1 comentario:

  1. muy bueno y a charlar lo del polimorfismo, quiza se vengan epocas de momomorfismo con diferente formula molecular, quiza el cinismo de los humanos lo logre, para apuntalar al engaño de nuestra realidad

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