domingo, 31 de enero de 2016

verano de acarreo



escribir gracias a Beatríz, hay una compacidad plástica que me escolta en el ingreso de La Comedia, rúbrica Blotta; eso era yo, cuerpito gentil, cabeza torcida, descocada.
La adolescencia terminó en diciembre.
Miro la noche de Bar del Mar con las fotos de Luis.
Paso tiempo, mucho, en un palacio repleto de colección ancestral, emergen los Ouvrard.
En El Espinillo a la sombra de las plantas, que son los árboles de cualquier libro, aparecen chicos jóvenes amanecidos.
El peligro de la sombra en el territorio.
Renuncia el poeta y marcha rumbo regional.
Me recuesto queriendo abrazar a los míos. Vengan, vengan. Sin estridencias, pero vengan.
Cada uno hace lo que sabe y me limito a retirar las huellas dactilares con Cif y Kleenex de "Villa los sauces" 1965.
La espera; Laura siempre llega tarde.
Hablamos de Uruguay y de Punta Rubia, de que ayer nadamos sobre los sauces inundados, de que ayer nos refrescamos con la crecida rodeados de lobitos de río, de que la crecida purga el paisaje, mientras nuestra lancha se traba en el material de acarreo y queda navegando en seco, en falso. Estamos en la segunda avanzada y suena un Sting tántrico en este vaho letal. Siempre escribo en verano.

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